viernes, 20 de julio de 2012

RECUERDOS DE MI INFANCIA



Prólogo

A través de estas breves líneas observaremos el cambio que se ha efectuado en casi todas las barriadas de Madrid en las que, antiguamente se podía jugar en la calle (en vacaciones hasta pasadas las 0,00 horas, algo impensable hoy en día para chicos de 10/12 años) sin ningún problema y con cualquier amigo o utensilio nos entreteníamos; ahora es con videojuegos, televisión y otros “adelantos” tecnológicos que no fomentan mucho ni la amistad ni la imaginación.



Yo me crié en un, entonces, humilde y obrero barrio situado en el norte de Madrid llamado Chamartín. En la actualidad es uno de los barrios más lujosos y caros de la ciudad pero, en aquél entonces, la realidad era completamente distinta.
El primer año de mi vida lo pasé muy cerca de la casa donde finalmente pasaría mi infancia y juventud. Esta calle tenía nombre religioso, Madre de Dios (foto)
y cuando apenas tenía 1 año nos trasladamos muy cerca de allí, a Drácena, 19 donde pasé toda mi infancia y juventud.
Mi primer recuerdo es en el traslado a Drácena, dentro del portal, mirando por el estrecho hueco de la escalera desde abajo hacia arriba. A partir de ahí, pocos recuerdos hasta el comienzo del colegio, en párvulos.



(José Ramón jugando al fútbol en Madre de Dios)



                                     EL   BARRIO


El nuestro era un barrio de las afueras de Madrid (detrás, hacia el norte, sólo quedaba el Pinar de Chamartín al final de la calle Arturo Soria) que componían las calles de Santa María Magdalena, Drácena, El Bosque, Crucero Veinticinco de Mayo, Torpedero Tucumán y Belvis. Por supuesto que había más calles en nuestro alrededor pero ya no las conceptuábamos como nuestras. Por ejemplo, Maestro Lasalle, Maestro Chapí y Encinas eran “Las Colonias”.

Disponíamos de mucho campo y muy pocas casas construidas; apenas un par de ellas al final del campo, junto a Alfonso XIII y el colegio Sagrado Corazón, la Casa Grande – la más antigua del barrio – la casa donde está la farmacia y nuestra casa (Drácena, 19 y 21 y El Bosque). Y muy cerca todos los chalets de “Las Colonias” ya mencionados anteriormente.
Posteriormente construyeron otra casa junto a la de la farmacia pero al otro lado de la calle aunque se utilizaba mucho como apartamentos de alquiler. Es curioso que esa calle, ahora es Torpedero Tucumán pero ésta acababa en Drácena y el tramo final de la calle se llamaba Belvis.

Al ser casi todo campo, muchas tardes pasaban las manadas de ovejas atravesándolo. Era fantástico verlas pasar aunque nos dejaban todo lleno de cagaditas. También, los fines de semana, venían las motos de motocross y el ruido era ensordecedor (en aquellos tiempos las marcas de las motos eran Ossa, Capra, Bultaco, Montesa, etc) y muchas de ellas estaban “construidas” o retocadas por los propios pilotos. Uno de ellos era de Madre de Dios y se llamaba José Moñita. Años más tarde, sus padres pusieron una tienda al comienzo de la calle Madre de Dios y muy cerca de Jumbo.

Antes de continuar, no quiero dejar de hablar del colegio de Los Ángeles Custodios, situado en Caídos de la División Azul, lugar donde estudió mi hermano José Ramón durante los primeros años y donde trabajaron algunos de los hermanos de mi madre. El edificio es hermoso, aún sigue en pie y se conserva en muy buen estado.


(el campo con el edificio de Drácena 19 al fondo – peluquería, autoservicio)



En aquella época jugábamos a casi todo; bien es verdad que disponíamos de mucho espacio para hacerlo aunque, en ocasiones, lo hacíamos también junto a las casas o las ventanas de éstas incordiando a los vecinos (a los que hoy entiendo y desde aquí pido perdón).
Las canicas, las chapas, el rescate, el escondite, las esquinas (junto al portal de Crucero Veinticinco de Mayo, 9), a las carreras de relevos alrededor de la casa grande, churro mediamanga  mangotera 


(niños jugando al churro)


y a cualquier otra cosa que se nos pasara por la mente. Lo importante era no estar quietos.
Y, por supuesto aprovechábamos el campo para lo deportivo, fútbol, béisbol …   

Como se ve, el fútbol era mi principal pasión (de hecho siempre pedía un balón de fútbol como regalo de reyes). En el barrio, al principio se hicieron 2 equipos capitaneados por José Manuel Ladrón de Guevara y por mi hermano José Ramón. Ambos equipos jugaban entre sí el fin de semana y al que ganaba, Julio (padre de Julito) le daba un dinero para que pudieran tomar algo. Yo iba con el equipo de mi hermano en el cual también estaba Julito por lo que si perdíamos también nos tocaba algo de dinero aunque inferior al equipo ganador.
Si llovía, como no se podía jugar en el campo, lo hacíamos en la plazoleta que era como nuestro campo de fútbol de invierno. En esta plazoleta se hacían las prácticas de la autoescuela Colombia y tenían una perra llamada Linda que nos mordía los balones. En una ocasión, Juan Carlos fue a recoger la pelota y la perra le mordió el pié; como llevaba botas camperas le dio un golpe contra el suelo y la perra le soltó pero ya le había hecho un agujero en la bota.
Cuando se secaba el campo, volvíamos a jugar allí pero, en muchas ocasiones, los autocares nos dejaban sus rodadas que al secarse nos dificultaban el control del balón.
No sólo jugábamos en el campo o la plazoleta, cuando éramos pocos lo hacíamos junto a la ventana de la Rosa y, como es normal (aunque a nosotros entonces no nos lo parecía ni nos importaba), protestaba. El colmo fue cuando Pedro Cabanillas les rompió un cristal en un partidito.

También echábamos partidos contra otros barrios como el de “Valencia” (contra estos era aburrido porque eran muy malos y siempre les ganábamos), contra los de Costa Rica (Paco, Quique, Keegan) o nos íbamos al campo del Cuartel de la Montaña (junto a la plaza de José María Soler al final de Costa Rica).
Lo habitual era jugar con playeras, las llamábamos tenis y eran parecidas a las Jhon Smith y a algunas Converse de hoy en día. Creo que eran de la marca Gorila - como los zapatos – o Bambas, pero no estoy seguro aunque recuerdo que sólo las había en blanco y en azul. La verdad es que nos duraban poco porque siempre estábamos jugando. Era tal nuestra necesidad que, los domingos (en los cuales siempre se nos vestía de “etiqueta” y con zapatos) después de ir a misa (ah sí sí, había que ir a misa obligatoriamente), si nos “salía” un partido, jugábamos hasta de zapatos (menudas broncas luego en casa).

Por supuesto, como en casi todos los barrios, había algún chico que no sabía jugar pero, como su padre era muy aficionado, acababa comprándole el traje completo de su equipo preferido y un balón de fútbol. Como en aquella época no todos podíamos disponer de balón, le dejábamos jugar pero luego no rascaba bola. En nuestro barrio, este chico era Juanito (el hijo de Juan el taxista).
En una ocasión alguien se compró unas medias de la selección española y como nos gustó, casi todos nos fuimos a deportes Pilos a comprar un par de medias. Había que vernos a casi todos con las medias de la selección puestas para jugar al fútbol.
También, como contaba anteriormente, pasaba bastante tiempo jugando con Andrés y tanto en el salón de su casa como en el pasillo de la mía (aún tengo las imágenes grabadas en mi memoria) echábamos partiditos con la pelota de tenis. También con mi hermano he jugado al fútbol y al baloncesto en la terraza de casa (una terraza de unos 10 a 11 metros de larga) y en muchas ocasiones la pelota se nos caía a la calle y había que ir a buscarla.

Un poco más mayores, continuábamos jugando al fútbol en el campo y nos apostábamos las cañas contra alguien del equipo contrario para luego tomarlas en el Nago (en el antiguo ya que después abrieron otro Nago en la esquina de Drácena con Mª Magdalena). De pequeños íbamos al Nago original a beber agua durante o al termino de los partidos y por la mañana no había ningún problema ya que Isaac nos daba todos los vasos que le pedíamos y siempre con una sonrisa. Por la tarde era otra cosa, Antonio siempre nos ponía mala cara y casi nunca nos ponía ninguno aunque no había pega en que entráramos al baño y bebieramos en el lavabo.
En el primer Nago nació el equipo del Aguazul compuesto de varios chicos del barrio.

Y ¿no nos entreteníamos en otras cosas? Por supuesto que sí. Alrededor de la casa grande había varios árboles de morera. Los que estaban junto a la casa de Julián eran de moras blancas y los que estaban junto al bar Nago eran de moras negras. Cuando estaban maduras nos subíamos a comerlas. Hacíamos colecciones – principalmente de fútbol – e intercambiábamos los cromos tanto en el barrio como en el colegio.
También nos colábamos en las obras para explorar nuevos terrenos. Ahora, desde la madurez (bueno, supuesta madurez), veo que nos arriesgábamos demasiado. Nos metíamos en lugares totalmente oscuros, con escaleras de obra, grúas, etc.
En Mª Magdalena con El Bosque (al otro lado de donde estaba el estanco) también comenzaron a construir una vivienda. Cuando ya habían subido algunas plantas, entramos y nos tirábamos desde el primero ó segundo piso a un montículo de arena. Julián siempre nos convencía para que nos tiráramos pero luego él nunca se atrevía a lanzarse. En esta construcción, El Pali se clavó un clavo oxidado en el pie y tuvieron que llevarlo al médico para que le pusieran la inyección del tétano. También nos metíamos en la construcción de la M-30 donde cruzábamos los puentes por su interior.

De niños, los domingos acudíamos a misa con nuestros padres ó con nuestros amigos y más mayores lo que hacíamos era jugar al frontón en las paredes exteriores de la iglesia. Se nos colaban bastantes pelotas en el tejado y había que subir por detrás para cogerlas. Teníamos que tener cuidado de hacerlo cuando no había misa y con no molestar a los curas porque no les gustaba que subiéramos al tejado (y supongo que tampoco que jugáramos al frontón).
En la plaza de la República Dominicana estaban los billares y allí nos juntábamos para echar un ping pong, un billar (francés), un futbolín o una maquinita. Tanto mayores como pequeños solíamos ir allí de vez en cuando (si disponíamos de algo de dinero) bien para ver y aprender o bien para jugar.

Otras cosas con las que nos “entreteníamos” y que ocurrían eran las guerras de piedras contra los del barrio de “Valencia” (eran las casas que había al final del campo junto a Alfonso Xlll) y los que casi siempre ganábamos y huían en retirada o con algún descalabrado. En esto de tirar piedras el Quiqui era el experto. En una ocasión construimos una cabaña de madera y cuando estábamos dentro vino y se lió a lanzarnos piedras desde lejos. No fallaba una, todas resonaban con fuerza contra las paredes de madera. También nos escondía los balones y había que ir a buscarlos a su escondite en el portal o a pedírselos a su madre Carmela (pobre mujer lo que ha tenido que sufrir). En una ocasión una madre se quejó de que uno de sus hijos se iba a la mili y ella contestó que ya le gustaría a ella que “su Quiqui pudiera ir al servicio militar.
También Santitos y Luis Ángel liaron una buena quemando unas maderas que había en el campo. La hoguera se hizo tan grande que tuvieron que venir los bomberos a apagarlo.
Julián, al cual siempre le había gustado tocar la batería, creó un grupo de música con algunos conocidos de otros barrios (sólo recuerdo a Miguel – el guitarrista) y le seguimos en alguna de sus actuaciones (principalmente junto a Alfonso XIII – junto a casa de Valencia – en un “garito” que había en los bajos de un edificio).

Muy cerca del barrio, entre los chalets y Pío XII,  teníamos los estudios de Sevilla Films que posteriormente se convirtieron en polideportivo, parque y propiedad particular de viviendas. Asimismo, construyeron el supermercado Jumbo del cual hablaremos después.
En el polideportivo que construyeron, hicieron también una piscina olímpica. Ocho calles de 50 metros. Era donde íbamos los veranos a refrescarnos un poquito y quitarnos del calor sofocante. Antiguamente no había ninguna piscina de este tipo por lo que teníamos que ir a la Formentor o a la Stella; también nos colábamos por la noche en alguna de las nuevas casas que iban construyendo. Claro que eso era molesto para los vecinos de dichas casas por lo que tuvimos algún problema con los porteros de las fincas.

Había también un par de lugares, un poco alejados del barrio, al que acudiamos alguna vez. Uno era el hotel Eurobuilding donde jugábamos al escondite y nos pasábamos allí toda la tarde. La verdad es que era complicado encontrar a los demás por lo que el tiempo iba muy deprisa. El otro lugar era en el Pº de la Castellana frente al estadio Santiago Bernabéu. Hoy es el Palacio de Exposiciones y Congresos pero entonces tenía unas salas para leer tebeos y te podías estar toda la mañana leyendo lo que más te gustara. En este lugar ponían enormes belenes durante las navidades y acudía mucha gente a verlos.

Muchos domingos nos íbamos al cine Roma a ver películas de sesión continua. Llegabas a las 4 de la tarde y te veías las 2 películas y salías sobre las 7 de la tarde con lo que ya se había pasado el domingo.


En aquellos tiempos las televisiones eran en blanco y negro (complicado para distinguir muchas cosas) y sólo había dos canales de televisión (la primera y el UHF) con el Nodo, la carta de ajuste y los rombos que impedían que viéramos muchas cosas porque nuestros padres nos mandaban a la cama (como decía la familia telerín – vamos a la cama que hay que descansar, para que mañana podamos madrugar). Lo que veíamos eran series y programas como Banachec, Mc Claud, Mc Millan, Kojak, Colombo, Ironside, Dr. Bannon, El Fugitivo, El Virginiano (y Trampas), Los Angeles de Charlie, Bonanza, Starsky y Hutch, El Gran Chaparral, Hawai 5.0, La Casa de la Pradera, Orzowey, Sandokan, Skipy (el canguro), Furia (el caballo), Crónicas de un Pueblo, Dallas, Raíces, Pipi Calzaslargas, Daniel Boone, Los Chiripitiflaúticos (con Locomotoro, el Capitán tan, el Tío Aquiles, Valentina y los Hermanos Malasombra), los Payasos de la Tele, Un globo 2 globos 3 globos, Embrujada, Cesta y Punto, Aplauso (con la hermosa Silvia Tortosa), sin olvidar el programa Puesta a Punto (con la guapísima Eva Nasarre) y el 1 2 3 de Kiko Ledgar y los Cicutas y Supercicutas, y todos los deportes que echaran (por ejemplo el Tour de Francia con el equipo español de La Casera y con corredores como Ocaña, Fuente – El Tarangu – Pesarrodona, González Linares, Lasa, Perurena, etc).
También los dibujos de La Pantera Rosa, La Hormiga Atómica (siempre “encadenada” con el Perro Pulgoso y los Osos Montañeses), Los Autos Locos, Felix el Gato, Mazinger Z, Popeye, Simbad el Marino, Correcaminos (con su coyote), Spirit González, el Perro Ovejero (también con su coyote que fichaban juntos), Yogui y Bubu ...
En los tebeos destacar a Mortadelo y Filemón, Anacleto, Zipi y Zape, el Botones Sacarino, Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio, 13 Rúe del Percebe, Thor, Patrulla X, Namor, La Masa, Los 4 Fantásticos, Estela Plateada, Dan Defensor, Capitán América, El Hombre de Hierro, Los Vengadores, Spiderman, Superman, Flash Gordon, Capitán Trueno, Jabato, El Guerrero del Antifaz ...
Juegos como El Mecano, Los Juegos Reunidos Geyper, Los Madelman, El Cinexin, El Exín Castillos …
Y también hay que recordar las monedas existentes, de 10 céntimos (una pequeña y otra más grande), de 50 céntimos (con el agujerito en el centro), de peseta, de 2,50, de duro (ó 5 pesetas), de 5 duros, de 50 pesetas y finalmente de 100 pesetas (creo recordar que decían que llevaban plata).
La paga semanal la gastábamos en la panadería de Pedro y Petra (a la cual, jugando al fútbol, le puse un balón encima del mostrador de un patadón en el cual metí gol), donde podíamos comprar los bollos de Bucaneros (hoy Círculo Rojo), Tigretones, Bonis, Pantera Rosa …, en las máquinas de petaco del bar Nago (Isaac por la mañana y Antonio – con su mala leche – por las tardes) ó en el bar Estébanez - la bodega - (Teo y Félix), en la tienda de Maruja (en la calle El Bosque) donde comprábamos las pastillas de leche de burra, en Collado donde le alquilábamos bicicletas por ½ horas u horas completas (una vez que habíamos aprendido a montar en la cuesta de petaco) y nos íbamos al circuito que había junto a la plaza de Costa Rica (al final de la calle Colombia). Había que tener cuidado al salir de Collado porque había mucho tráfico en Santa María Magdalena ya que, entonces, la entrada desde Caídos de la División Azul no era prohibida. Sí, nuestro barrio es el más de derechas de España. Estábamos cerca de Comandante Franco esquina Caídos de la División Azul.
Muy cerca teníamos otros lugares donde pasábamos el rato: el campo de las lagartijas (junto a Mª Magdalena), los pinares (hoy conocido como Pinar de Chamartín) con el “río meo” (lo llamábamos así porque allí llegaban todas las aguas fecales de la zona), ahora desaparecido pues por allí discurre la M-30.
Después de tanto ejercicio había que reponer fuerzas y nos subíamos a nuestras casas para merendar. Como no había gente rica, casi todos tomábamos los típicos bocadillos de azúcar con mantequilla, de mantequilla y chocolate, de quesitos ó de foie gras (hoy, más finamente conocido como paté aunque sigue habiendo foie gras) o de mortadela. Si te bajabas a la calle con el bocadillo y le ofrecías a alguien, enseguida ponías los dedos en medio para que el mordisco no fuera muy grande ya que todos nos aprovechábamos si nos dejaban. También eran tiempos de la Mirinda, el Redoxón o los Octalidones.
Aproximadamente en aquella época nos construyeron la embajada de Bulgaria y llegó Yuri al barrio. Era muy alto y delgadito, muy chulo y casi todos nos peleamos con él. Debía pensar que al ser extranjero tenía que hacerse respetar y lo que consiguió (al menos de momento) fue que todos le tuviéramos manía y siempre había alguien que se peleaba con él. Cuando nos hicimos mayores ya se adaptó un poco y desaparecieron los problemas.
Abundaban los comercios en la zona y, apenas había que salir del barrio para comprar lo necesario para el día a día. Algunos de los comercios ya los he nombrado anteriormente:
la panadería de Petra y Pedro (y el proveedor del pan, regordete, con el pelo blanco, las cestas llenas de barras y la furgoneta que ponía Alonso), la tienda de ultramarinos de Drácena 19 (luego llegaron los Gil desde Madre de Dios y pusieron el autoservicio lo que hizo que la tienda cerrara, hoy la utiliza Gil como almacén), el local del material de cine, el bar Nago (hoy El Abuelo), el restaurante los 3 hermanos, la boutique Adinda, el bar Estébanez, la farmacia, la tienda de Maruja y las bicicletas de Collado en la calle El Bosque, el taller Cañizos de Clemente y Pepe, la peluquería de Manolo (donde nos cortábamos el pelo casi todos los niños del barrio. A todos nos dejaba el mismo corte y los mismos trasquilones pero lo pasábamos fenomenal con las mentiras que contaba; recuerdo que a Carmen, la gallega de mi portal, en una ocasión le dijo que en su pueblo de Córdoba alcanzaban los 80º de temperatura en verano y que se podían freír huevos – claro como el agua hierve a los 100º. Tenía un asiento con la cabeza de un cisne y a todos los niños nos sentaba allí para realizar el corte. Era igual que tuvieras melena o el pelo muy corto, siempre tardaba ½ hora en cortarte el pelo), el mencionado Autoservicio Gil (donde, en la carnicería, trabajó José–el Pesca), la cafetería Sam 1, la panadería/tienda del callejón de la curva de Drácena (casi al final de la calle), Carrión, la frutería que había en la calle de las Encinas junto a Carrión, la lechería de Tejedor, un poco después la boutique de Mari (la madre de Julito), las capotas de vinilo de Antonio y Jorge, el bar Nago de Santa María Magdalena, la prensa de JuanFran en esa misma esquina y el estanco que pusieron los padres de Cali. Después ya vinieron nuevos comercios como el MM19, la peluquería de Susana, etc. y, cuando construyeron nuevos edificios, apareció Iberlingua y pudimos ganar algo de dinerito repartiendo folletos por los portales de los barrios aledaños al nuestro.
Por supuesto, no podía faltar en el barrio el practicante. A mi casa creo que vino una sola vez ya que era mi madre la que se encargaba de ponernos las inyecciones, pero el “hombre” era un pelín afeminado.
Ya fuera del barrio estaba el mercado de Chamartín, la carnicería de la calle Chile, el autoservicio Aurrera (en Alfonso XIII casi con Pío XII) y, entre los chalets y Pío XII,  teníamos los estudios de Sevilla Films que posteriormente se convirtieron en polideportivo, parque y propiedad particular de viviendas. Asimismo, construyeron el supermercado Jumbo (hoy Alcampo) y que supuso la revolución (algunos de los comercios pequeños tuvieron que cerrar o variar su oferta de productos) donde la mayoría de los productos estaban mucho más baratos y todos acudíamos allí para hacer las compras más importantes. En la apertura regalaban pollitos amarillos. Yo cogí dos y los teníamos en la terraza de casa; uno de ellos se cayó a la calle y se mató y el otro lo llevamos a Asturias y una de las vacas de casa de mi padre le dio una coz y lo mató. En la parte trasera de Jumbo, justo donde se encuentra la gasolinera, está la calle Madreselva. Esta calle, que termina en Madre de Dios, no tenía acceso para vehículos desde Pío XII ya que la bajada a la calle era a través de unas escaleras.

También había algunos “chiringuitos” que con los años fueron desapareciendo. Había uno en El Pico (al final de Santa Mª Magdalena esquina con Madre de Dios) que era donde solían ir mis tíos cuando vivíamos en dicha calle y que continuaron haciéndolo después del traslado a Drácena, y el que había en Alfonso XIII casi esquina con Torpedero Tucumán.
No hay que olvidarse de Los Serenos que siempre te habrían la puerta del portal, y los barrenderos a quienes, en verano, cantábamos lo de  aquí no llega la manga riega.

En el barrio se grabaron, al menos, 2 películas. Una con José Luis López Vázquez en la que se casa en la iglesia del barrio y al salir se ve la parada del 52, la plazoleta, el campo de fútbol, la cabina. La otra la protagonizaban Tip y Coll y se grabó en la “discoteca” de la calle Belvis (actualmente Torpedero Tucumán).

Hay hechos que ocurrieron que en su momento no parecían de gran interés pero luego, con el paso de los años, te enteras que eran cosas que salieron en documentales de TV. Me refiero a la gente de la boutique Adinda que estaba en el esquinazo del portal de Julián y Camilo. Esta gente puso la boutique y todos pensábamos que estaban un poco chalados pues prácticamente nadie entraba a comprar. Luego, durante meses, preparaban los autocares para largos viajes, provistos de literas, baño, cocina y todo lo necesario para muchas semanas ó meses. Viajaban a países exóticos grabando la vida de los animales y de las gentes y convivían con ellos para conocer sus culturas. El dueño terminó en una silla de ruedas. Años después los veíamos en la TV y entonces comprendíamos la dedicación en preparar concienzudamente el autocar para que soportara tan largos viajes y períodos de tiempo.

También fue de “cultura general” para los chavales, la madre de uno de los chicos del barrio. Era una mujer atractiva que sabía ganarse las miradas de todos los varones y sabía utilizar esas armas para sus fines. De hecho, se rumoreaba que había un hombre a quien le tocaron cuatro millones de pesetas en la lotería (salió el número que llevaba la peña de la bodega Estébanez) y ella supo sacarle el fruto ha dicho dinero consiguiendo que le pusiera una boutique en la calle Drácena, junto al callejón de Drácena, 15 (antigua Campánulas).

Como ya he comentado hubo algunos famosos en nuestro barrio. Pirri que vivió en Torpedero Tucumán (en una de las calles sin salida donde el padre de Emilio Camacho era conserje), Juanito Valderrama, María (la niña de Crónicas de un Pueblo, que estaba como un queso), Hermann (conocido como Germán) que vivía en la colonia y hoy es un famoso escritor y periodista, Federico Villalba (el segundo de la saga, también de las colonias y que hoy es actor), José Vélez (en Arquitecto Gaudí – cuesta de petaco), Miguel Gallardo (en la torre de Federico Salmón – junto al club de tenis); seguro que hubo varios más de los cuales no los recuerdo.

A pesar de ser un barrio de pocas casas, había muchos chicos y, aunque las edades variaban, en ocasiones nos juntábamos muchos para jugar.
Voy a poner los nombres de los chicos y chicas de los que hago memoria.
En principio estaba ordenado comenzando por los mayores pero lo modifiqué porque resultaba mejor y más explicativo hacerlo por portales.

En Torpedero Tucumán (junto al bar Estébanez):

Tito, El Quiqui y la Sole, Eduardo (tenía 2 hermanas, Isabel y Eva), Antonio y Jorge (y sus hermanas menores, Susana, Mónica y Bárbara – primero fueron las capotas de vinilo y finalmente la peluquería),  Pedro María e Iñaqui (en el primer piso encima de la cocina de la bodega y se fueron del barrio cuando tenían unos 16/18 años), Antonio, José y Santitos (los 3 hermanos que se marcharon en su juventud y que vivían en el primero, creo que encima de la entrada al portal), Andrés y Manuel Ángel, Carlos Montoya y su hermano Jorge, Toñín y sus hermanos Fernandito, Oscar y Sergio (con su hermana Paloma entre Toñín y Fernandito), Manolín (y sus hermanas Mari Nieves y Gema), Juan Carlos Rivilla y su hermano David y, Juanito (el hijo del taxista, que vivía justo donde luego llegó Juan Carlos Rivilla, y que, lógicamente,  también se marchó de allí).

Continuando en Torpedero Tucumán pero en la antigua Belvis(encima de la farmacia):

Luis Ángel (y su hermana Ana).

En Crucero Veinticinco de Mayo, 9 (donde la Boutique Adinda):

Juan Carlos Olea, Agustín, Camilo, Alejandro y su hermano Rafa, Julián, Cali (Carlos), Ramón y su hermano Joaquín (se marcharon del barrio cuando tenían unos16/17 años – hablo de Ramón, el mayor; vivían encima de Juan Carlos Olea y el padre era diplomático y fue trasladado, si mal no recuerdo, a Granada), Kiko y Carlitos (creo que vivían encima de Alejandro y Rafa).

En Crucero Veinticinco de Mayo, 11 (donde la Panadería):

José María y Quique Valiño (y sus hermanas Carmen – la mayor – y Maite – la más pequeña), Fernando y Juan Carlos (y sus hermanas Mari Nieves, Pili y Marta), Roberto (y sus hermanas Mara, Marta y Cuchi), Araceli con sus hermanas Nuria y Eva, y finalmente Toñín (y su hermana ¿Mónica? que vivían en Drácena, 12 pero terminaron en Crucero Veinticinco de Mayo, 11).

En Drácena, 12:

Félix, Emilio  (y su hermana), Adolfo, José Manuel Ladrón de Guevara, Pedro y Luis Cabanillas (aunque primeramente vivían en Torpedero Tucumán), los hermanos Sotillos (creo que eran 3 chicos y 2 chicas pero…), Luci (que trabajaba en Rock), María José y Esmeralda y, finalmente, creo que había 2 hermanos (más jóvenes que Luis Cabanillas) y que uno se llamaba José Ramón.


En Drácena, 15:

Alfredo y Elías (y su hermana), Toñete (familia de Marcial Lafuente Estefanía y que había vivido también en la casa grande), ¿también estuvo unos años un sobrino de Diego que se llamaba Juan Carlos?, los hermanos Junquera (los de la Renault), Dieguito (el hijo de Diego) y Julianín (el hijo del portero).

En Drácena, 19:

José Ramón y Javi (yo), Manolo y José Ramón-Monchi (y sus hermanas Esmeralda y Sagrario), Julito (y su hermana Manoli) y Quini y Richar (primos de Monchi y que se marcharon de jóvenes).


En Drácena, 21:
 
Juan Carlos Arce  (y sus hermanas Sarita y María Elena), Miguel Gil - autoservicio (y su hermana Mari), Juan Fran – kiosko de prensa (y sus 2 hermanas) y Pepe  (y su hermana Nievitas, hijos de Teo el del bar Estébanez) y que antes, creo, vivían en Torpedero Tucumán.

En El Bosque:

Marcos (vaya cómo dominaba el balón y lo bien que pintaba. Antes de vivir en El Bosque vivía por Tetúan), Teófilo, Paquito (y su hermana Regina), Sebas y Carlos – El Pali (y su hermana Conchita), y también había un chaval que se llamaba Carlos y tenía una hermana llamada Maribel (creo).

En Varios:

Simón (el de los autocares del inicio de la cuesta de Petaco; qué majete era el andaluz de Andújar. Se fue también a los 16 años aproximadamente), Cano y su hermano Canito (junto al club de tenis – dice Manu que fueron los pioneros en el tema de los cupones de la ONCE), también creo querer acordarme de Aguirre (un chaval que fue a la clase de Julián y que sólo estuvo en el barrio uno ó dos años), Alfonso - Fofo (y su hermana y que vivían a mitad de la cuesta de Petaco), luego llegó más gente a las nuevas casas de Torpedero Tucumán a las cuales no voy a incluir porque no acabaríamos nunca.

Por otra parte, también estaba la gente de las colonias (chalets):

Los hermanos Tertsch (Willy, Hermann - hoy famoso - y Juan), los hermanos Villalba (Javier, Federico-actor-, César ,Oscar y David), Kiko (el portero del Drácena), Los Patis (9 hermanos pero los que más venían por el barrio eran Jesús, Carlos – eran gemelos - y Agustín – Tinín), Richar y Carlos, los cubanos, los hermanos Tejedor (Manolo y Javier – TJ, que tenían la lechería), Miguel Ángel Casado.

 y, los de Madre de Dios:

Los hermanos Moñita (José y Javier), los de la carbonería (todos primos entre sí, por un lado José y sus hermanas Teresa y… perdón pero no me acuerdo de la pequeña, por otro lado Pablo, Manolo y Pedro y su hermana mayor, y por otro unas hermanas llamadas Mari Carmen y Susi), José Alberto Benito, su hermana Pili y el primo de ambos (Francisco), Luis... y sé que había varios más en la otra carbonería, entre los que estaba mi primo Pablo.


Seguro que había mucha más gente pero es muy difícil acordarse de todos.

Por otro lado, no dejemos de mencionar a algunas de esas personas que no pasaban desapercibidas y que continúan en nuestra memoria tales como:
el Sr. Lalo (el manco que vivía encima de la bodega), Juanito el taxista, el chispa (padre de Manolín), Carmela (la peluquera del portal de Félix), la Eulalia, la Rosa, Diego (quién no ha jugado alguno vez a las máquinas de petaco – para el que no lo sepa, las de bolas antiguas – y en el nuevo Nago las tenía a la derecha, al entrar, en lo que después hicieron estanco y llevaban los padres de Cali - Manuel y Reme), el Practicante (de Drácena, 12), las Gemelas (en ese mismo portal), Carmen (la gallega de mi portal), los Cañizos con sus coches (especialmente ese azul y blanco tan grande que tenían y la colección de minis), Félix y Teo que tenían siempre a los taxistas echando sus partidas de cartas, el cara mono (el portero de Torpedero Tucumán que siempre nos perseguía), el raro de encima de Julián que repartía los periódicos en bicicleta (creo que tenía un kiosko junto a la churrería Zurro en Costa Rica) Valentín (el cojo que vivía de alquiler en casa de Julián y al que le tocaron unos millones en la lotería de la bodega), los padres de Julito (¿por la Boutique que pusieron? y tantos y tantos otros que hicieron que hoy podamos recordar estas cosas con alegría y nostalgia y a los que debemos agradecer los gratos momentos pasados y la ilusión para poder escribir estas cortas líneas. 




Epílogo


Ciertamente, hoy en día hecho de menos algunas de las cosas que ocurrían entonces:
las risas de los chicos, la tranquilidad, las conversaciones del vecindario al encontrarse en una tienda o en cualquier lugar, la sensación de libertad que se respiraba pues más parecía un pueblo que un barrio de Madrid y, especialmente, los momentos con los amigos. Aquellos secretos que compartías, los consejos que dabas y recibías de ellos. Eso hoy casi se ha perdido. Ahora sólo tenemos tiempo para ir de casa al trabajo y del trabajo a casa y, los fines de semana, un poco para nuestra familia. ¿Dónde se perdió el lugar que ocupaban los amigos en nuestra vida? ¿nadie echa de menos esos ratitos donde contabas tus problemas, te desahogabas, eras escuchado y aconsejado y te sentías mejor?. Lástima que ya no hagamos hueco en nuestras agendas para estar con ellos ni hagamos nada por intentar recuperar esos momentos.
Creo que está bien echar de menos aquellos tiempos, echar de menos a alguna gente con la que dejaste de tener contacto, echar en falta a la gente que ya no está, pero ¿es lógico echar de menos a los que tienes cerca, a tu gente más cercana. Donde se rompió la magia que nos unía?


Con cariño     

Javier González García


Diciembre 2007
Retocado en Julio 2010





AÑADIDO PARCIAL (y “modificado”) COPIADO DE UN PERIODICO


Tarde de domingo caluroso de junio del 86, las clases ya han terminado y los chavales, después del chapuzón en la piscina, se reúnen para jugar al fútbol en el descampado de DRACENA. ¿Qué fue de los descampados? Sí, de aquellos latifundios devorados por el ladrillo y en los que, con un par de pedruscos simulando unos postes, jugábamos las ligas más apasionadas del mundo. Partidos sin hora, sin árbitro, sin fuera de juego … ¿Cuántos sueños rotos entre los botellines del bar NAGO.  Alegrías y desencantos. Esa es la vida, la vida de un chico de barrio que pronto se rodeó de las personas que le podrían ayudar a entender por dentro el fútbol, el deporte, compartir momento y sobre todo la amistad.
Muchos de nuestros amigos pudieron llegar a ser alguien en el mundo del fútbol a poco que la suerte – y alguien que les aconsejara y entrenara – les acompañase. Nuestros padres mirando nuestros partidos y el incombustible Enrique (el de Iregua) disfrutando de la manera de jugar de los chicos que vio crecer.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya tocho que te marcaste,lo leí por capítulos,la famosa hoguera en la que vinieron los bomberos fue culpa del palillo,era mayor que nosotros y nos dijo:tirar piedras para que se apague y claro,se lió lo mas grande(nosotros fuimos victimas del pali)esta parte no la conoce casi nadie.Para terminar recordar que fue el \\\"quiqui\\\" quien nos encontró el la empresa de construcción frente al campo de las grasas(estábamos escondidos)recuerdo las tortas que nos dio mi madre.Te olvidaste de personajes como el \\\"moro\\\" mariquita que vivía encima de la farmacia(tenia un Seat 124 con el \\\"pito\\\" con musiquita,el que arreglaba televisiones
en el portal del peluca e IMPERDONABLE las gemelas
(bombonas)del portal de cabanillas.
Luis Ángel.

Anónimo dijo...

Joder Luis Angel, pue llevas razón, no puse a las gemelas (a las que, además, seguí viendo hasta hace varios años, del que arreglaba las teles tampoco, ni de la que vivía debajo de Juan Carlos que era \\\"actriz\\\" y dormía de día. Bueno, por lo menos puse a casi todos aunque mi intención era poner sólo a los de algunas generaciones (de Marcos hasta Dieguito o Julianín). Tampoco quería poner a todo el mundo porque la lista sería interminable pero seguro que, a medida que la gente se vaya metiendo y escribiendo nos vamos acordando de más gente.
Javi.

Anónimo dijo...

Excelente relato, me ha traido montones de recuerdos y sensaciones sobre mi ninez.

Gracias Javi

Un saludo

Cali

Anónimo dijo...

Gracias Cali, me alegro que te haya gustado. Lo cierto es que unos años inolvidables.
Si tienes alguna foto de entonces, o sabes de alguien que la pudiera tener (Ramón, Joaquín, Julián, o con quien mantengas contacto) podríamos añadirla.
Un abrazo
Javi

Anónimo dijo...

Uffff... que fantastico!!! enhorabuena!!!! por un momento has conseguido devolverme al barrio y a una epoca inolvidable... Nadie menciona a Roberto, con lo peculiar que era.. yo sin embargo os recuerdo a casi todos los mencionados, y a Richar que huvo una epoca en que me asustaba cuando salia en pandilla con Alberto el largo y su hermano.. y los Villalba. A mi no me recordareis , por que pertenecia a la colonia de Encinas, el 15 para ser exactos pero yo os recuerdo con muchisimo cariño, y hoy que soy madre me doy cuenta que los malos de aquella epoca, son mas sanos que muchos de los que hoy criamos..!!!
Me encanta haber leido tu relato, me has puesto la carne de gallina, y aunque no me menciones como es normal, yo jamas te olvide ni ati, Javi , ni a tuspadres ni a casi todos los que mencionaste. Por cierto, el practicante amanerado que en invierno se ajustaba el abrigo loden beig,se llamaba Molina. bien de agujeros que nos hizo a mi hermano y ami.
Lo dicho, encantada de haberos encontrado y ojala podais juntaros un dia y luego lo comenteis. Un abrazo muy grande. COVI

Anónimo dijo...

QUÉ BONITO RELATO!. Soy un vecino de otra calle, algo más lejos, PRIETO UREÑA.

UN SALUDO

IÑAKI LATASA

Anónimo dijo...

Muchas gracias Javi por tan fantásticos recuerdos. ¿Que tal tu hermano José Ramón? Me acuerdo de casi todos y de casi todas las anécdotas, se podrían añadir muchas mas pero como bien dices se haría interminable. Lo suyo sería escribir un libro, un buen libro que hay material para ello. Si me permites añadiré un par de personas más que tuvieron mucho que ver en el barrio, Manolo (el gallego) que al principio vivía en Drácena y luego se pasó a Tucumán y Luis Palacios primo de Hermann, Willi y Juan y hermano de Loyola de Palacio. Con Felipe (Félix) aún sigo en contacto y a Willi y Herman les veo muy de vez en cuando.

Tito (Tucumán 18 y luego 28)

Javier dijo...

Es mucho tiempo para contestar a los 3 comentarios, a los cuales no había respondido. Covi, Tito, me alegro que os haya hecho retroceder a los años de vuestra infancia y juventud. Lo cierto es que todos los chicos recordamos aquellos años como algo único en nuestras vidas. Era como un pueblo dentro de una ciudad como Madrid, con pocos edificios, mucho campo, muchos niñ@s que disfrutábamos jugando, conversando...
Para Iñaki Latasa, agradezco tu comentario y, si te ha servido para saber más cosas de este barrio, mucho mejor.
Saludos a todos

Anónimo dijo...

Yo llevo casi sesenta años en la Madre De Dios, y han pasado por la botica muchísimas personas del barrio. Estoy haciendo una recopilación de casi todas desde los sesenta, porque me lo van contando los que quedan o sus descendientes. Cuando lo tenga lo pondré en el blog. Desde los años 20 al 60 solo puedo poner a los de mi calle y alguno de los chalets. En aquellos tiempos los de Drácena para allá, eran otro barrio.